SOBRE LA UNESCO Y LOS CLUBES: HAGAMOS HISTORIA

SOBRE LA UNESCO Y LOS CLUBES: HAGAMOS HISTORIA

Por Manuel Menchén Antequera

Julian Huxley, que sería el primer director, propuso «establecer la acción en una filosofía global y universal basada en un humanismo científico y evolucionista, en una hipótesis que tienda a explicar los objetivos y los fines de la existencia humana y que pueda dictar o, cuando menos, sugerir una toma de posición ante los diferentes problemas».

Contrariamente, la mayoría estimó que debía establecerse «un pensamiento común práctico» basado no en una concepción del mundo, sino en un «haz de convicciones» orientado hacia la acción: el mantenimiento de la paz (la paz de Yalta y de la Guerra Fría) mediante le educación. Curiosamente, el anteproyecto de fundación no hacía mención alguna a la ciencia. Después la incluirían, de forma elitista, como «necesidad de conectar a los sabios de la humanidad», aunque también se reconoció como «fecundo método para comprender e interpretar el mundo».  

Una intervención harto significativa fue la del delegado yugoslavo durante la 1a Conferencia. Manifestó que el postulado del Acta Constitutiva, según el cual «las guerras nacen en la mente de tos hombres», era contrario a la verdad histórica, y hacía imposible la contribución de la UNESCO a la paz.   Tengamos presente también que, en principio, los Derechos Humanos no se tuvieron en cuenta, como un campo de acción específico. Es más, hasta la 6ª (1951) y 7ª Conferencias no se resolvió someter a estudio la aplicación de la Declaración.

Hasta los años 60, no se prestaría atención a la enseñanza y la investigación sobre los DDHH. Sólo en los años 63 y 64 se observa una invitación para apoyar «la acción emprendida en favor de los Derechos Humanos, y de los pueblos».   La Recomendación de 1974, recogería por fin precisiones como la de la finalidad del educador: «educar para el cambio social» y «desarrollar en el individuo la conciencia de los medios mediante los cuales pueda contribuir a traducir los Derechos Humanos en la realidad social y política, y a denunciar las guerras de dominio», etc.

En tanto y pese a las presiones de la Guerra Fría se iniciaron estudios sobre los orígenes del fascismo y del nazismo… Piero hasta 1974 no se organiza un foro para la paz. En 1960 se organiza un Congreso Mundial sobre Educación para el Desarme. Años después, se estudiarían las causas y consecuencias de los conflictos y las estructuras de dominación politico­económicas incidentes en la aparición de los conflictos armados…

Julian Huxley  

Este proceso significativo del avance de ideas, plasmado con cierto rigor en los 1 ° y 2° Planes a Plazo Medio de los años 80, desató la ira de EEUU (ya expresada en la 1a Conferencia de 1946, con su preocupación por “el carácter que debía tener la Organización”).

En 1947, EEUU, ya sin poderse resistir, había apuntado sus baterías contra la «designación a título personal de los miembros del Comité Ejecutivo». Y no quedó ahí la cosa. Obligó a comparecer, ante el Consejo de Lealtad estadounidense (trasladado a París en 1953) a varios funcionarios acusados de «dudas razonables» por deslealtad al gobierno de EEUU.

La llamada “Operación Salomón”, de «saneamiento» y expulsión de funcionarios fue seguida de una modificación del Acta Constitutiva, haciendo que a partir de 1954 los miembros del Comité Ejecutivo fuesen “representantes gubernamentales”, provocando así y definitivamente la pérdida de independencia y relativa libertad, de que gozaban los funcionarios de las secretarías de los organismos internacionales.   Pero, ni aún así fue bastante para disminuir la ira estadounidense.

Por entonces, la Asamblea General de la ONU (1969) se había despachado con una valiente Resolución empeñada, nada más y nada menos en que «el desarrollo social exija y garantice el establecimiento de modos de propiedad, de la tierra y de los medios de producción que excluyan cualesquiera formas de explotación del hombre». Y no escocía menos el sentido que la Conferencia de la UNESCO estaba dando (en los años 1947 a 1987 con M´Bow a la cabeza y con la incorporación de tos países descolonizados) a la aplicación de la Constitución, promoviendo la democratización de la comunicación, la necesidad de la redistribución de la riqueza y de orientar la educación hacia la paz y el desarme…, cuestiones que terminarían exasperando a la gendarmería occidental.  

De tal modo que las Resoluciones finalmente adoptadas por la Conferencia, sobre la educación para las libertades fundamentales, la instauración de un Nuevo Orden Económico, la Participación de las masas en la vida cultural, el Nuevo Orden de la Información (Sean MacBríde)… movieron a una cruzada, contra la Organización, capitaneada por la Heritage Fundation para abandonar (con miras a sustituir) la UNESCO (1984), acusándola de estar -decían- «bajo el control de diplomáticos comunistas y del tercer mundo (…).

Está promoviendo -añadían- el Nuevo Orden de la Comunicación. Apoya un Nuevo Orden Económico, que no es más que una campaña anti-mercado libre, cuyo propósito es la redistribución de la riqueza (…). Es un foro mundial para provocar odios y envidias contra los Estados Unidos».

Denunciaban, en fin, tas «tendencias en la política de la Organización, su énfasis ideológico y… su ineficacia administrativa». En este sentido, dos miembros representativos del Club de amigos de la UNESCO de Madrid (CAUM) reunidos con un delegado de la Embajada de EEUU tuvieron ocasión de comprobar, que el mayor peligro de la UNESCO lo representaba no tanto la voceada «ineficacia administrativa» como el carácter conflictivo y peligroso de la «política cultural» de la Organización, que, según el delegado, no tenía porqué inmiscuirse en las cuestiones de la Paz, el Desarme y la Comunicación…  

El vaso lo colmaría, además de la famosa propuesta de Sean MacBríde, la adhesión de la UNESCO a la Campaña Mundial por el Desarme y la Paz, de la ONU. Esta y la UNESCO quedaron prácticamente bloqueadas…. En 1984, los EEUU se retiran de la agencia y un año después le siguen el Reino Unido y Singapur. Las llamadas Escuelas Asociadas de la UNESCO, apenas nacer, comenzarían a ser vaciadas de contenido, al igual que harían después con las Bibliotecas Asociadas, Y ya tenían la mira puesta en los Clubes Unesco.  

Pero quedaba universalmente reconocido «que la terrible guerra no hubiera sido posible sin la negación de los principios democráticos, y sin la voluntad de sustituirlos por el dogma de la desigualdad». Una frase, en verdad, ciertamente incompleta, sin la explicación de los hechos que permitieron armar «democráticamente» al nazi-fascismo, haciendo prácticamente imposible levantarse al hombre consciente de la inalienabilidad de sus atributos y valores.  

Algo, en fin, cuyas similitudes podemos encontrar subrepticiamente expresadas en los llamados Derechos Humanos, cuya Declaración de 1948, en particular, la más propagada y divulgada, permite observar como en uno de sus artículos, concretamente el 17, relativo al derecho «sacrosanto» de propiedad incondicional sobre los bienes de utilidad general (por cierto, no recogido en los Pactos de 1966), sigue vigente e impuesto de manera flagrante, pretendiendo dar a entender, que no obstante conculcar el derecho a vivir compartiendo la riqueza fruto del trabajo, éste, precisamente, es intocable…

Y sólo el resto del articulado podrá reivindicarse, y aún así y todo, a sabiendas de que el acto de concederlos corresponde sólo y exclusivamente a la clase dominante.   Del mismo modo cabe entender otras de las tantas grandes frases necesitadas de una interpretación a fondo por nuestra parte: «Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie, tienen el mismo origen y nacen libres e igualesen dignidad y derechos, y están dotados de las mismas facultades que les permiten alcanzarla plenitud de su desarrollo intelectual, etc».

Amadou-Mahtar M´Bow

Los Clubes UNESCO y su IIº Congreso Mundial (1986)
Un plan de cruzada, arrollador, como de costumbre, encabezado por EEUU, con el auxilio de los gobiernos bajo su influencia, permitió que la mayoría de los «delegados» presentes votasen, para mayor escarnio, contra la propuesta del CAUM consistente -¡qué barbaridad!- en que los Estatutos de la FMACU reconociesen el carácter democrático de los Clubes UNESCO. Asistíamos al último acto.

Estaban abriendo las puertas a las “Fundaciones” capitalistas para que pudieran utilizar su voto exterminador contra el Movimiento social comenzado en Sendai (Japón 1947), por una asociación civil levantada contra la masacre nuclear de Hiroshima y Nagasaki.   En ese famoso Congreso, el CAUM dio tales muestras de eficacia popular, que sus mayores detractores tuvieron que reconocerlas, pero sin dejar de pensar que «algo allí bullía que no terminaban de entender».

Finalmente, lo más que se consiguió fue abortar la pretensión de que el Congreso resolviese apoyar la candidatura para un nuevo director de la UNESCO.   Sin embargo, aquello permitió al conjunto del CAUM comprender -como así se escribió- «que existen fuerzas organizadas siempre atentas e interesadas en encontrar un resquicio, una brecha por donde colarse para desactivar si pudieran y hasta reducir a cenizas los principios originarios de calado progresista de la UNESCO».

Consecuentemente en abril de 1988 se adoptó el acuerdo de elaborar «una definición -se dijo- que impida estatutariamente vaciar de contenido las tareas del CAUM». Del estudio realizado, después titulado «Sólo puede cambiarse algo cuando lo precede un cambio profundo del universo de ideas», extractamos los párrafos siguientes:   «Hemos vivido -se decía- experiencias últimas y podido observar la facilidad con que los llamados Clubes UNESCO (ONGs) pueden ser encauzados por derroteros lo más alejados de su finalidad».

El estudio trataba de «clarificar la concepción que tenemos del origen, papel y dimensiones de la cultura, así como del aporte científico». Denunciaba la gravedad del «propósito de mantener militarizadas las conciencias con la “imagen del enemigo”, expoliados los pueblos de los beneficios del trabajo y la cultura, fuera de la vida millones de personas…, unas sometidas al paro; otras a la dependencia humillante de la jerarquía…, todas sometidas al miedo».  

«Hemos sido víctimas -explicaba, en relación con el caso español- y de alguna manera seguimos siéndolo todavía, del aislamiento brutal a que sometieron a España desde el siglo XV, que Franco se encargó de dilatar con su cruzada sangrenta, levantando murallas y llamando a acabar con la ilustración, la cultura y el pensamiento científico (…). Las circunstancias de la lucha antifranquista -señalaba- contribuyeron por añadidura a que los enfoques de la lucha por la libertad quedasen reducidos al derribo de la dictadura (…).

Se está echando en falta conocer el alcance y dimensiones de la lucha por la paz e investigar el papel que están jugando los medios de inteligencia en la formación de la opinión pública».

Manuel Menchén. 1968   

«En los años de la dictadura -continuaba- el carácter democrático del CAUM era suficiente seña de identidad para que éste fuese públicamente reconocido por su vanguardismo cultural en la batalla por las libertades políticas. Pero, instaurada la democracia, el CAUM se vio seriamente afectado, falto sobre todo de un ambiente político idóneo que estuviera interesado en profundizar la democracia (…). En ese crítico momento el CAUM debió plantearse definir con más precisión sus propósitos y fines. Si lo hubiera hecho habría encontrado razones poderosas para señalar el tremendo error político de abandonar la lucha cultural por la consolidación de los principios democráticos de la dignidad y la igualdad».  

«Abrigamos el convencimiento -se decía- de que la profundización de estos pensamientos vive a la espera de que un movimiento idóneo haga suya esa idea y la constituya en un vehículo capaz de impregnar las inquietudes y generosidad de las nuevas generaciones, tras el empeño de luchar por la edificación de un mundo distinto, ello -se añadía- requiere emanar cual una exigencia sentida y asumida por el pueblo, y sucede que una gran parte no tiene conciencia suficiente de la acción sufrida con el gran expolio de que ha sido objeto. Sin embargo, el hecho de que las personas soporten resignadas situaciones contrarías a sus intereses no quiere decir que dejen de percibir como una injusticia flagrante el ver pisoteadas sus aspiraciones de libertad y dignidad».  

«La alternativa no puede ser otra, pues, que llamar a un esfuerzo de imaginación: investigar, buscar cómo contribuir a generar un horizonte de ideas capaces de potenciar a tiempo y dinamizar una situación nueva significada por la comprensión popular (…) de que para poder garantizar el Desarrollo Humano es indispensable la máxima participación de las mujeres y hombres, jóvenes, ya adultos, en todos los campos de la actividad, pues, al menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar a plenitud de sus derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos, no se podrá realizar el ideal del ser humano libre, liberado del temor y la inseguridad».  

Se planteaba, en fin, la necesidad de, contribuir a «elevar a primer plano de la lucha (…) la batalla por los valores humanos, asociando la idea de la lucha por la paz a la de la transformación social», entendiendo, decía, que esa lucha estaría «condenada al fracaso y a derroteros erizados de peligros, si no nace fecundada y asumida por el mundo del trabajo, generada con el concurso de los profesionales de la cultura y los movimientos sociales», entre ellos el CAUM, constituido a propósito, «en un vehículo bien organizado y preparado para enfrentar el totalitarismo con las armas del pensamiento y la palabra».

Los Clubes UNESCO, hay que recordar -se decía, finalmente- «gozan de total independencia para poder interpretar sin ambigüedades los principios originarios y propósitos de la UNESCO». La propia Organización les había instado a «ir más allá» orientados por «la libre investigación de la verdad objetiva».

Se trataba de fortalecerlos, convencidas sus gentes de que el entregamiento humano y la violencia, históricos, el sometimiento y la opresión, seguirían reproduciéndose e incluso abocando a la Humanidad a su extinción, si ésta no alcanzase a superar el sistema, el poder que sostiene al hombre expoliado, y no sólo de los frutos de su trabajo, sino también, y además, de los medios de inteligencia que le permitan ver y sentir manipulada la democracia, utilizada subrepticiamente de manera que siga garantizando a perpetuidad la explotación de los prejuicios y la ignorancia por el dogma de la desigualdad».
(2002)