Comentario de «El hijo del trapero. Autobiografía» de Kirk Douglas (1988)
Le llamaban Issur y su padre era trapero. Su madre solía contarle que los niños vienen al mundo en una cajita de oro. No le fue fácil creerlo, porque apenas veía otra cosa que chatarra y trapos viejos. El oro tardó en llegar, e incluso cuando su nombre aparecía ya en letras doradas, nunca dejó de sentirse como el hijo del trapero. Para los espectadores podía ser en cambio el agónico boxeador de CAMPEÓN, o ESPARTACO, o un loco de pelo rojo llamado Van Gogh, o el atormentado capitán de SENDEROS DE GLORIA…Tantos personajes, tantas vidas. Y tantas mujeres también. Con su gran talento, su presencia física y su capacidad para adaptarse a directores tan dispares como Kubrick, Wilder, Mankiewicz o Huston, Kirk Douglas consiguió convertirse en un símbolo de la época dorada del cine y también del gran sueño americano.
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12/01/23